“El que enseña medicina es el paciente”

 “El que enseña medicina es el paciente”

En el Hospital Ramos Mejía se dictan veinticuatro materias de la Carrera de Medicina. Figura entre los más elegidos por los estudiantes. Su cuerpo docente se destaca por su compromiso con la enseñanza y la profesión

La carrera de Medicina de la Universidad de Buenos Aires consta de cuatro ciclos: Básico Común (CBC) que se dicta en diferentes sedes, Biomédico que se cursa en la Facultad de Medicina, Clínico que se desarrolla en las distintas Unidades Docentes Hospitalarias (UDH) ubicadas en hospitales públicos de CABA y otros asociados e Internado Anual Rotatorio (IAR), que también se lleva a cabo en los hospitales.

La UDH del Hospital Ramos Mejía

La historia del Hospital Ramos Mejía está muy vinculada a la Facultad de Medicina de la UBA y a la docencia. El lazareto San Roque se fundó para hacer frente a la epidemia de cólera. Debido a su importante rol asistencial durante la Guerra de la Triple Alianza y luego en la epidemia de fiebre amarilla, se convirtió en hospital

Su primer director fue el Dr. José María Ramos Mejía, quien dictó la cátedra de Enfermedades Nerviosas considerada la segunda más importante del mundo en esos tiempos. Después, el hospital fue bautizado con su nombre y la relación entre la docencia creció y se amplió. El Dr. Marcelo Amato, profesor adjunto de Medicina Interna, encargado de la enseñanza de Medicina A y B, y coordinador docente del Hospital Ramos Mejía, cuenta: “Ilustres figuras recorrieron nuestra institución como la Dra. Cecilia Grierson o los Dres. Juan B. Justo y Pedro Chutro, hoy tenemos el orgullo de que se cursen veinticuatro asignaturas; algunas como Toxicología, Patología 2 y Farmacología 2, se ofrecen en muy pocos hospitales”. “Año a año recibimos alrededor de sesenta nuevos alumnos de los tres años del ciclo Clínico y del IAR, actualmente son alrededor de doscientos. Estamos entre las primeras opciones que escogen los jóvenes, la asignación de las UDH se hace por sorteo pero se tiene en cuenta el promedio, 7.50 fue el más bajo y 9.56 el más alto, excelentes ambos para nuestra carrera”, destaca el Dr. Amato.

Cómo funciona la UDH

 Todos los días los estudiantes participan de dos clases teóricas y una actividad de trabajos prácticos; divididos en comisiones con sus respectivos ayudantes, recorren las salas, hablan con los pacientes, confeccionan historias clínicas. “Las habilidades y destrezas para el ejercicio de la profesión se adquieren en contacto con el enfermo. Además, empiezan a cultivar y cuidar una de las más hermosas relaciones interhumanas que se pueden dar en el ejercicio de esta profesión, que es la relación médico-paciente. Sin duda el que enseña medicina es el paciente”, resalta el Dr. Amato. La Facultad de Medicina atraviesa una etapa de transición entre sus planes de estudio, pero los alumnos que ingresaron este año a la UDH continúan con el programa antiguo. “El ciclo clínico dura tres años. Si bien hay diferentes modalidades, lo más habitual es que en el primer año, que es el cuarto año de la carrera, cursen en el primer cuatrimestre Medicina A (Semiología y Fisiopatología), y en el segundo Medicina B (Medicina Interna). Al año siguiente, en los hospitales se hacen las materias que los chicos llaman cortitas y consisten en cursar durante dos, cuatro o hasta diez semanas las distintas especialidades. En quinto se hacen las clínicas: dermatología, pediatría, neurología, nutrición, entre otras. En el último año las quirúrgicas: oftalmología, otorrinolaringología, cirugía general, neurocirugía, traumatología, etc.”, detalla Amato.

Internado rotatorio

 Tras aprobar el último final, los futuros médicos comienzan a transitar el IAR, treinta y dos semanas en las que recorrerán los servicios troncales, como Área Programática, salud mental, clínica médica, obstetricia, ginecología, entre otras; cuentan con la opción de cursar algunas asignaturas optativas. “Puede definirse al IAR como una suerte de preresidencia, porque los estudiantes aplican en la práctica todo el conocimiento adquirido durante los dos ciclos previos. Si bien los alumnos no tienen matrícula, por lo que no pueden atender pacientes, buscamos que trabajen codo a codo con los residentes, bajo la supervisión de los médicos de planta y jefes de servicio. En nuestro hospital, pueden realizar veinticuatro asignaturas, lo que abarca la gran mayoría de la cursada”, cuenta Amato.

El Ramos y la docencia

“La cantidad de materias en las que formamos a los jóvenes, implica que gran parte del hospital se aboca a la tarea docente. Contamos con diez profesores titulares y adjuntos, cada asignatura tiene su encargado de enseñanza, jefes de trabajos prácticos y ayudantes, que son la piedra angular porque son los que más acompañan en el día a día a los alumnos. Si bien hay cargos rentados, hay muchos otros que son ad honorem. Más allá de que obviamente cobrar por el trabajo es importante y estamos luchando por la mejoría de los salarios -hace poco realizamos un paro lunes y martes-, la realidad es que el espíritu docente está muy presente. La gran mayoría egresamos de la Universidad de Buenos Aires; es un orgullo devolverle también a la universidad todo lo que nos dio”, concluye el Dr. Amato

“Gran parte del hospital se aboca a la tarea docente”